Balada de los amantes al caer la tarde

sábado, 14 de agosto de 2010




Baja la tarde lenta de abubillas.
Como su cabellera,
donde canta escondida
la alondra desde el alba
para espantar la noche;
como los valles bajan
cargados con las flores del espliego,
como la sombra larga de la torre
que avanza por la plaza.

Sus pies desnudos en la orilla oyes,
hueles su sombra ardiente
en las luces caídas
del rojo atardecer.

Como un viento de abejas,
oyes la savia lenta alimentando
el fuego de la mano que te busca
y en los labios escuchas
los trigales de mayo con brisa de amapolas.

La piel amada, el tiempo detenido,
la luz de oro sobre las ramas altas,
los dulces claros ojos,
los aires y el cabello,
la palabra oscura
en el hondón del río
y el silencio de ella.

La mejilla entregada,
el valle solitario
bajando con el río,
las piedrecillas blancas
debajo del cantar del agua clara...

Pero, al tocar sus hombros,
de la espalda se alza
una paloma triste.

Y es la noche.

(De Noche¸ IX Premio Internacional de Poesía «Antonio Machado en Baeza»,
Madrid, Hiperión, 2005)