Oráculo contra la ciudad

miércoles, 11 de agosto de 2010













Un árbol vive y puede pero no clama nunca
ni a los hombres mortales arroja nunca su sombra
V. Aleixandre: MUNDO A SOLAS

Ignora la ciudad el olor del caballo,
desconoce la piedra y la hoguera y el agua
y el viento de la noche que en los árboles nace
junto a llantos antiguos de caballos oscuros
que los musgos apagan.

Compadeced al hombre por este espacio duro
donde sufre y no sueña, encerrado en un tiempo
de aristas de aluminio.
Para el hombre piedad,
porque ya nada sabe de la sombra del árbol,
del pájaro en su nido, de la piedra con musgo.
Y piedad para ése, que la luz de neón
confunde con la luna.
Compadeced al hombre
que se muere y no supo de la brisa del alba,
no supo de la luz rosada del aliso que la garlopa lame.

Pero yo, vuestro hermano, os pronuncio este oráculo:
Algún día los bosques cercarán la ciudad.
Nuevamente el cemento será roca, y arena
del arroyo el cristal, ya por siempre en la rueda
del tiempo. y las aceras, sendas del leñador
hacia el claro del bosque, donde está hoy esta plaza
sin brisa y sin palomas, sin la sombra del árbol.