El libro de las vocales, reseña de Anabel Sáiz Ripoll

miércoles, 4 de septiembre de 2013



Por Anabel Sáiz Ripoll

Francisco Álvarez Velasco, en El libro de las vocales (que se puede leer también en versión asturiana) , nos ofrece una lección de poesía destinada a los más pequeños, pero con guiños al lector adulto. Elementos populares, del folklore tradicional (las xanas…), se dan la mano con referencias culturales (Clavileño, Cordera, el rey Ubú…). Tradición y modernidad se hermanan sin ninguna dificultad en este poemario lúdico y festivo. Paralelismos, metáforas, juegos de palabras, onomatopeyas, exclamaciones, interrogaciones, personificaciones… son distintas imágenes poéticas que el autor maneja bien. El humor y la fina ironía se cuelan también entre los versos. Destaca el “Soneto en cinco colores”, dedicado a Rimbaud, que es una alegría para la vista y un divertimento del autor.
Hay también elementos cercanos al surrealismo o al nonsense que permiten esa imaginación fresca, pujante, siempre alerta.
El libro se muestra como un homenaje a las vocales que, a la vez, es un homenaje a las palabras y a la libertad creadora. La poesía entra en todos los rincones y muestra que los versos pueden salir de elementos prosaicos y aparentemente poco poéticos (“ni pase Nicanor / tocando el tambor”…). Para Francisco Álvarez Velasco no hay nada que, con su mirada especial, no pueda ser objeto de observación, de mimo y de poesía. Así, por ejemplo, se pregunta acerca del punto de la i:
“¿Cagadita de una mosca?
¿Una pompita que vuela?
¿Punto de un kikirikí?
¿Un copo de nueve negra?”
Una vocal tan complicada de rimar como es la u logra tener, al fin, su propia Nana que, al poeta, le sirve para dormir a su nieta Luna, con otra u, precisamente, en el su nombre:
“Con la u se hace una cuna
Y también una herradura
Para herrar a Clavileño
Y subir hasta la Luna”.
Aprovecha también el autor para contagiar su propio espíritu antibelicista:
“Que no pasen hambres,
Que no pasen guerras”.
Los juegos populares ocupan un sitio importante en los versos de “El libro de las vocales”, como, se observa, en las canciones que dedica a cada una de las vocales que son invitaciones a “que pasen” las palabras con estas vocales. Se consiguen así situaciones estrafalarias y ciertamente divertidas como:
“Que pasen las yayas
Alzando las sayas”.


“Que pase Teté
Con rosas de té”.


“Que pase Sisí
Como emperatriz”


“Pase don Totó
Jugando al yoyó”


“Pase la Lulú
Llamando tú y tú”.
La alegría de vivir está presente en cada uno de los versos del poemario. Las vocales cobran humanidad y protagonizan momentos ocurrentes, a veces excéntricos, otras tiernos y siempre vivaces como es el “Diálogo de la O”, vocal que tiene muchas razones para no querer cambiar.
Las ilustraciones de Graffiti, en un estilo vintage, no solamente acompañan los versos, sino que les dan una mayor proyección y provocan que se fijen distintas imágenes, todas divertidas y chocantes.
El libro de las vocales es, sin duda, un buen regalo, para grandes y pequeños.